Pepa Torres 

5 Febrero 2024

Memoria y Olvido

Más allá de la dureza y el drama del alzhéimer para las personas que lo padecen y para sus familiares y amigos, me interesa el tema de la memoria y el olvido. Ambos son necesarios. No podemos vivir sin olvidar, sin borrar de la memoria  tantos datos de vida como portamos. Olvidar ayuda también a que el dolor, las frustraciones, las heridas vitales y sociales que atraviesan nuestras vidas no tengan la última palabra en ella y se conviertan en amargura o rencor. Pero, al mismo tiempo, tampoco podemos vivir sin memoria.  Sobre todo, sin la memoria histórica y la  memoria del corazón.

Vivir es recordar. Noen el sentido de avivar la nostalgia, sino de guardar en el corazón las experiencias y aprendizajes que han dado y dan sentido, plenitud, felicidad a nuestra vida y también el sufrimiento y el dolor propio y ajeno, que no queremos que se repita. La memoria nos reta a no anclarnos en ellas de forma estática, sino como luminaria en el camino que nos aliente y abre con esperanza al futuro, a lo inédito, a lo que está por ser alumbrado, vivido. Por eso no es lo mismo ser mujeres y hombres con memoria que ser mujeres y hombres nostálgicos. La memoria no pide repetición sino creatividad.

Columnistas

Operación Evangelio  Pepa Torre 11 de diciembre de 2023

«Ninguna palabra es verdadera si antes no ha sido gestada desde la hondura y el silencio»

Quizás por mi formación como filóloga y porque mi vida se arraiga en una espiritualidad sostenida en que el misterio de lo humano y del cosmos se hace silencio y de ese silencio brota una Palabra creativa y creadora, siempre a favor de las víctimas, quizás por eso, soy una mujer amante delas palabras. Por serlo estoy también convencida que el lenguaje nunca es neutro y que toda revolución o cambio de paradigmas implica una mutación de lenguaje o una depuración del mismo y que ninguna palabra es verdadera si antes no ha sido gestada desde la hondura y el silencio.

Diáconos y «diáconas» desordenadas
por Pepa Torres 11 de enero de 2024

Necesitamos diáconos y “diáconas” que se apunten a anteponer el valor de lo comunitario y la construcción de un nosotras cada vez más amplio e inclusivo, que rompa con las crueles consecuencias del individualismo, la indiferencia, los clubes privados y los derechos de admisión.  Mujeres, hombres y otras identidades no binarias, que no se conformen con el esto es lo que hay, sino que desde la inteligencia colectiva y el poder de construir sueños de bien vivir agujereen los infiernos humanos y gesten espacios habitables donde la vida merezca la alegría y el sentido de ser vivida y no sea una pesadilla para nadie. Diáconos y “diáconas” desordenadas para quienes las personas sean más importantes que los mercados, los intereses bancarios y sus letras pequeñas.

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